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ATALAYA

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jueves, 18 de marzo de 2010

JOSE RAMON SCHEIFLER

La Iglesia se hace daño

La censura sobre el libro de Pagola, episodio oscuro, injusto, de ocultamiento, incide en la idea de que en muchos lugares se están formando dos Iglesias: la del tradicionalismo, casi fundamentalismo, y la de los reciclados, el "aggiornamiento" que quería Juan XXIII.
-Por Jose Ramón Scheifler, * Catedrático emérito de la Universidad de Deusto

LA Iglesia no anda sobrada de prestigio. Para colmo, parece no perder ocasión de desprestigiarse más y más ante muchos de sus todavía fieles y otros ajenos a la fe cristiana. Es lo que está sucediendo con el asunto del libro del teólogo J. A. Pagola: Jesús. Aproximación histórica (PPC, 2007). (Uso el término Iglesia en dos sentidos: el más común en los medios, el de la jerarquía en sus grados más altos en España, y el teológico y exacto de "todos los fieles cristianos, el Pueblo de Dios", aunque reducido a esta parte de la geografía, la que más sale perdiendo). Hay en todo el asunto una cuestión de fondo y dos más, el modo y el resultado. La primera es quizá la menos asequible al público en general no reciclado en sus conocimientos bíblicos y teológicos. Y, por desgracia, es la más difícil de exponer en unas pocas líneas.
Para el creyente, Jesús es un ser único, a la vez verdadero Dios y verdadero hombre, sucede que su divinidad no es sujeto de historia, aunque Jesús sea un personaje histórico, sino de fe. La historia se ciñe a lo sensible, a lo terreno. Es histórico que unos hombres afirmaron que Jesús era Hijo de Dios, y que muchos aceptaron esa fe. También que otros, ya creyentes, escribieron sobre ese Jesús y, tratando de dar plasticidad a su ser divino, utilizaron un lenguaje heredado en parte del Antiguo Testamento en forma narrativa. Escribieron desde su fe para la fe de los cristianos, y para suscitar curiosidad, intriga, preguntas entre los no cristianos sobre la identidad total de dicho personaje. Es lo que en infinidad de libros se ha venido leyendo durante siglos. Pero la divinidad de Jesús no es objeto de historia sino de fe.
Pagola es un gran creyente, entusiasmado con ese Jesús, el Mesías, Hijo de Dios. Es su profesión de sacerdote, es su vida. Todo en él -sus homilías difundidas en los medios- muestra su fe. Pero en su último libro descubre y redacta con estilo sencillo, atrayente, modelo de pedagogía, lo que de histórico -con aproximación histórica- ha quedado de esa vida del verdadero hombre que fue conocido como Jesús de Nazaret. Ha pensado -y su éxito muestra que ha acertado- que su libro podía ser útil para los creyentes. Con fe en que era verdadero Dios, verían al verdadero hombre, cercano en cierto modo a uno mismo, pero ejemplar de hombre que tiene una misión y la cumple aunque le cueste la vida. Verían y ven en él la vida humana, sencilla, singular y trágica, de Dios en la tierra, en el s. I, en el antiguo Israel dominado por Roma; la vida humana de aquel que "siendo igual a Dios se despojó de sí mismo apareciendo en su parte como hombre" (Fil 2. 7). Pagola escribió también para los no cristianos, a quienes el acercamiento a Jesús-hombre podía abrir el camino hacia Jesús-Dios. Pero habla sólo del primero. Habla sólo de su historia terrestre. Se trata de un libro de historia.
Quienes le acusan -siento una gran pena al decirlo- muestran, a mi juicio, una ignorancia o confusión sobre un tema que en estos últimos sesenta años está suscitando muchísimos estudios entre católicos y no católicos, con muchísimos más medios y objetividad que en los cien años anteriores. Las deficiencias que la CEE encuentra en la obra no rozan siquiera el planteamiento y propósito de Pagola. Quienes, por otra parte, no buscan un conocimiento más objetivo y aproximado a lo histórico y captable de la vida terrena de Jesús-hombre, quienes optan por alimentar su fe en Jesús, Mesías, Hijo de Dios, tienen a mano en las librerías el Jesús de Nazaret de Ratzinger -Benedicto XVI-, cuya traducción al español apareció en otoño del 2007, a la vez que el Jesús de Pagola. Pero ¡ojo!, no identifiquen ni confundan fe e historia.
Las otras dos cuestiones podrían llevar el título: "Historia del libro Jesús. Aproximación histórica: Hechos, procedimiento y desenlace". Tras siete años de trabajo, el manuscrito de Pagola, leído y aprobado por especialistas en el tema, aparece al público, editado por PPC, del grupo SM (Madrid) en septiembre del 2007. El éxito está que en octubre y noviembre, y casi cada mes, se impone una nueva tirada. Para enero del 2008, críticas y acusaciones duras, del obispo de Tarazona y del director del Secretariado de la C.E. para la Doctrina de la Fe de la CEE -acusaciones que otros repiten-, saltan a la prensa, conmueven la opinión de los fieles, sorprenden y apenan a Pagola. Ante esta situación, monseñor Uriarte, obispo de la diócesis del autor, asesorado, propone un tipo de correcciones o aclaraciones. Sin duda por bien de la paz, Pagola parece consentir y asentir a que se introduzcan en su libro algunas de ellas. No tengo manera de conocerlas. Con la garantía de sus asesores y la sumisión de Pagola, monseñor Uriarte da el visto bueno a la nueva edición, tras ocho reimpresiones. Uriarte se hace responsable de la ortodoxia de la obra -¡de un libro de historia!-; compromete así su autoridad y ortodoxia propia. Su nota a la prensa aparece el 19 de junio del 2008. El día anterior, la Com. Epis. para la Doctrina de la Fe de la CEE, firmaba una nota de siete folios, en la que expone las deficiencias metodológicas y doctrinales de la obra. Resultado: compuesta la nueva edición o no se divulga o rápidamente se la retira. Nadie dice una palabra. En un escrito publicado, solicité una aclaración. Silencio. Cumplido su período y retirado monseñor Uriarte de su misión al frente de la diócesis, PPC divulga la nueva edición, cuyos ejemplares se venden al ritmo anterior. Pero, a toda prisa, la editorial requiere a las librerías diocesanas y religiosas le devuelvan los ejemplares. Para PPC supone renunciar a una pingüe ganancia.
Pero nadie dice una palabra, nadie se hace responsable de nada. A nadie parece importarle el martirio psicológico del buen Pagola. Si el 11 de enero del 2008, decía "sufro, sobre todo, por ver sufrir a mi alrededor... sufro al vivir en estos momentos una experiencia extraña que nunca antes había conocido", ¿qué sufrirá ahora? Siempre hay una primera vez, y aquellos momentos son ya más de dos años. Pero a alguien de la alta Iglesia le da igual. Tampoco les interesa cómo queda Uriarte. Sin embargo, sacerdotes y fieles que han leído el libro y los que quieren leerlo, y quienes sufren por Pagola y por la situación de la Iglesia de Cristo, se sorprenden, se irritan, se escandalizan y protestan. Yo denuncio: éste puede ser el procedimiento de un régimen totalitario o de un sistema irresponsable, pero no es un procedimiento humano; es un procedimiento vergonzoso, habría que decir cobarde. Y, si se escudara en la prudencia, cobarde e hipócrita. No es un procedimiento evangélico. Jesús lo condenaría: "¡luz del mundo y sal de la tierra!". Pero se "prefieren las tinieblas a la luz". La clave parece estar en PPC ¿Quién la maneja? ¿con qué poder? Si es de la alta jerarquía, su desprestigio salpica al desprestigio de la Iglesia de Cristo. Ella es la que sufre. Porque su misión no es el poder sino dar la cara para servir.
El resultado de ese procedimiento oscuro, sucio, de ocultamiento, es imponer silencio: la obra ha sido retirada. ¿Con qué autoridad? ¿Es la CEE mayoritaria en PPC? Pero si aun corregida la obra de Pagola les sigue pareciendo heterodoxa, peligrosa o dañina a la fe, pónganla en el Índice de Libros Prohibidos. Este anticuado e inútil sistema es más tolerable en estos tiempos que el tapar la boca a nadie. Pónganla en el Índice, pero denme ocasión de leerla, porque seré yo sólo quien me condene. Este sistema de censura es hoy inadmisible para toda sociedad civil y civilizada. Es probable que el sistema de la Inquisición, hoguera incluida, resultara más tolerable a aquella sociedad acostumbrada a tantas prácticas salvajes generalizadas, que hoy todo tipo de censura previa o posterior contra la libertad de expresión. Tampoco la sociedad religiosa la comprende. La libertad de expresión es un derecho humano inalienable. Los laicos mismos en la Iglesia son mayores de edad, tan pueblo de Dios como su mayor jerarca. Y, al parecer, muchos de ellos están más impuestos en los avances exegéticos y teológicos que algunos de sus pastores. Se puede decir que, al menos en ciertos lugares, se están formando dos Iglesias: la del tradicionalismo, casi fundamentalismo, y la de los reciclados, el aggiornamento de la Iglesia que quería Juan XXIII.
No dudo de la buena intención de nadie. Pero no basta. Si no están conformes con el libro, rebatan sus errores, demuestren que lo son, admitan los debates. Pero no quiten la libertad de investigación y expresión a nadie. La concedida por Pío XII en ¡1943! a los biblistas, se ha quedado en agua de borrajas. No quiten la "libertad gloriosa de los hijos de Dios" a nadie (Rom. 8, 21). Se desprestigian a sí mismos y hacen gran daño a la verdadera Iglesia de Cristo. Con ella y en ella todos nos hacemos daño sin necesidad en situaciones como ésta.

GOTZON VELEZ

Gotzon Vélez de Mendizabal
En torno al "Jesús" de Pagola
* Párroco del Stmo. Redentor de Getxo, Por Gotzon Vélez de Mendizabal - Domingo, 7 de Marzo de 2010


FUE allá por el año 1996. Acompañaba a la M. General de las Trinitarias a una entrevista con el arzobispo y cardenal de Viena, Christopher Schönborn. En los momentos previos a la entrevista, nos atendió un P. Redentorista, entrado en años, muy sencillo y amable. Hablamos sobre la situación religiosa de Austria, muy tocada por el secularismo y laicismo. Recuerdo perfectamente el comentario que dicho religioso nos hizo al respecto: "El Sr. Cardenal, dada la carencia de espiritualidad en la sociedad de Austria, está dando entrada, sin mayor discernimiento, a toda clase de grupos y movimientos espirituales o religiosos. Pienso que está equivocado. Esto nos va a pasar factura".
Esto está también sucediendo entre nosotros. Es la hora de los movimientos fundamentalistas e integristas, de las fuerzas conservadoras, poco afectas al Concilio Vaticano II. Son muchas las voces que desde hace tiempo vienen hablando de una involución en la Iglesia y no faltan personalidades importantes que se lamentan de la situación que se está viviendo en ella. Algunos nombramientos de obispos son muy ilustrativos a este respecto. Evidentemente, en la Iglesia puede haber, hay, distintas sensibilidades, y todas tienen derecho a gozar de carta de ciudadanía siempre que no atenten contra la unidad. Pero no es lo mismo una orientación que otra. También a nosotros esto nos va a pasar factura. El tiempo lo dirá, si no lo está diciendo ya.
Y ¿qué tiene que ver esto con José Antonio Pagola? Yo empiezo a creer que mucho. Porque no entiendo la guerra que la iglesia española, que no la romana, le está haciendo a Pagola por su hermoso libro, que tanto bien está haciendo, Jesús. Aproximación histórica. Le tratan de hereje, concretamente de arriano. Pero resulta que Pagola en su libro no hace cristología, sino jesuología. Es decir, no se plantea la confesión que la fe cristiana ha hecho y hace de Jesús: "Jesús es el Cristo". Es por tanto, como dice Javier Vitoria, metafísicamente imposible que niegue o ponga en tela de juicio la divinidad de Jesús. Pagola, como él mismo lo explica, prescindiendo de su fe, que es grande, trata de llegar a lo que se puede saber de la historia del personaje Jesús de Nazaret. John P. Meier, en la introducción a su obra Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico (Editorial Verbo Divino), de características semejantes a las de Pagola, escribe: "Ruego a los lectores católicos de este libro que no se disgusten por atenerme a una estricta distinción entre lo que conozco acerca de Jesús mediante estudio y raciocinio y lo que sostengo mediante la fe... Esta obra permanece en el primero de esos ámbitos".
Lo mismo sucede con Pagola. Él escribe en la presentación de su libro: "En este trabajo he buscado aproximarme a la figura histórica de Jesús estudiando, evaluando y recogiendo las importantes aportaciones de quienes están dedicados de manera más intensa a la investigación de su persona. He tenido en cuenta sus análisis de las fuentes, el estudio del contexto histórico, la contribución de las ciencias socioculturales y antropológicas o los hallazgos más recientes de la arqueología". Por consiguiente, si alguna de sus tesis o apreciaciones estuviese equivocada, debiera ser refutada con argumentos puramente históricos, no de fe.
Yo me pregunto si no estarán cerca de la herejía algunos de los detractores de Pagola, quienes, tratando de subrayar la divinidad de Jesús, se olvidan de que Jesús es también verdadero hombre. Ya Karl Rahner denunció en su día la poca importancia que algunas teologías daban a la humanidad de Cristo, considerándola como algo menos importante, como una prenda de vestir, que se puede poner o quitar de manera arbitraria y caprichosa. Tengo la impresión de que más de un obispo y más de un teólogo (¿?) juegan así con la humanidad de Cristo.
Verdaderamente, no entiendo lo que está pasando con Pagola. Libros análogos al suyo, gozan de plena libertad y aceptación. Por ejemplo, de autores católicos, además del citado de John P. Meier, el de Joachim Gnilka, Jesús de Nazaret. Mensaje e historia (Editorial Herder), el de Giuseppe Barbaglio, Jesús, hebreo de Galilea (Ediciones Secretariado Trinitario) o el de C. Gil-C.Bernabé-R.Aguirre, ¿Qué se sabe de Jesús de Nazaret? (Editorial Verbo Divino); entre otros. ¿Por qué, pues, este ataque despiadado a José Antonio Pagola?
A falta de razones convincentes, sospecho lo siguiente: En mis quince años de ministerio sacerdotal en la diócesis de San Sebastián, seguí muy de cerca la pastoral de la diócesis, así como la de las diócesis hermanas, muy relacionadas, aunque divididas, como hoy, en unidades eclesiales distintas. La sensibilidad eclesial y pastoral que reinaba entonces en estas diócesis no es la de ahora. Por ejemplo, se procedía con mucha cautela ante peticiones e iniciativas de grupos eclesiales considerados como de corte fundamentalista. José Antonio Pagola fue muchos años Vicario General de la diócesis de San Sebastián. Esos grupos tienen hoy mucha fuerza en la iglesia española. Tengo para mí que Pagola está pagando factura por aquella pastoral de contención, como la han pagado otros prelados.
Para terminar, una última cuestión. He hecho alusión a la estrecha relación que había entre las diócesis vascas, incluida Pamplona, a pesar de la división en su pertenencia a otras provincias eclesiásticas: San Sebastián a Pamplona, y Bilbao y Vitoria a Burgos. En aquella sensibilidad eclesial se deseaba, por entenderse necesaria, la creación de una provincia eclesiástica formada por las cuatro diócesis. Este deseo no se pudo llevar a la práctica. ¿Por qué? Yo tengo escuchado a Monseñor Setién que, aunque la Conferencia episcopal española había dado luz verde a la petición de erección de la provincia eclesiástica vasca, no era conveniente solicitarla en ese momento a la Santa Sede porque había alguien muy influyente en el Vaticano que podría impedir la realización de ese deseo tan sentido y extendido en las diócesis vascas. Y las razones no parece que eran precisamente de carácter pastoral, como las que se señalan en el nº 39 del Decreto Christus Dominus, sino más bien de carácter político.
A este respecto, escribe Monseñor Setién en su libro Un obispo vasco ante ETA: "Los obispos del País Vasco, incluido también el arzobispo de Pamplona, estábamos persuadidos de que en nuestra labor pastoral no podríamos actuar ignorándonos mutuamente. Se nos imponía, por el contrario, la necesidad de actuar de común acuerdo e incluso conjuntamente. Por esa misma razón existía, también en el fondo, el deseo de dar forma institucionalizada a una exigencia sociológica que se hacía manifiesta por sí misma. Se veía inaplazable la creación de una provincia eclesiástica vasca que aun así, por diversas causas y, en especial, por una politización ajena a los objetivos estrictamente pastorales que perseguía el proyecto, no llegó a realizarse" (p.96).
Amo a la Iglesia, a esta Iglesia. Pero no puedo aceptar muchas de sus actuaciones.

CARTA DE APOYO A PAGOLA

Amigo José Antonio: Ante la retirada de las librerías, por parte de la Editorial PPC, de tu obra 'Jesús, aproximación histórica', queremos manifestarte en primer lugar nuestra solidaridad fraterna con tu persona. Creemos que la publicación de esta obra ha provocado reacciones injustas para contigo, que han llegado hasta el maltrato psicológico. Nos duele el proceso mediático al que has sido sometido por parte precisamente de quienes hubieran debido preocuparse y ocuparse de tu bienestar personal. Por ello te decimos: «estamos contigo» y haremos lo que esté de nuestra parte para acompañarte en lo que todavía pueda llegar. Cuenta con nuestra amistad y nuestra oración.
Queremos agradecerte tu entrega como profesor que fuiste de muchos de nosotros. Esta, tu vocación profesoral, no terminó con nuestros estudios en el Seminario, sino que ha continuado a lo largo de tus muchos años de enseñanza a través de tus obras escritas, de tus charlas, y de tus artículos en prensa. Tu enseñanza, de la que tu última obra es una buena muestra de su interés y calidad -por su entrega ordenada y pedagógica de lo mejor de la exégesis actual- nos ha permitido mejorar nuestro conocimiento de la Escritura, de la teología, y ha facilitado una entrega pastoral más consciente y mejor formada. ¡Gracias, de verdad! Queremos recordar también a otros profesores-teólogos, de los que también hemos recibido una ayuda muy estimada, y que como tú, han sido perseguidos.
Queremos también mostrar nuestra adhesión a Mons. Uriarte, nuestro obispo emérito, ya que te defendió en muchas ocasiones contra las reacciones citadas, e investigó escrupulosamente el contenido de tu obra, solicitando la colaboración de obispos y teólogos, para conceder el «nihil obstat» a tu obra. Es éste el criterio normativo fundamental para nosotros acerca de tu obra.
Pero, queremos también denunciar el juego poco transparente que parece esconderse detrás de todo el proceso de reacciones en contra de tu obra, y especialmente el que se oculte la instancia que ha dictaminado o presionado sobre la editorial PPC, para la retirada de la misma de las librerías. Nos preguntamos: ¿De dónde ha partido esta orden? ¿Quiénes están tras ella? ¿Por qué afecta sólo a una editorial? Porque parece dificil pensar que ésa sea una decisión de la propia editorial respecto de un libro que se ha vendido y se seguía vendiendo extraordinariamente bien.
Unas aclaraciones importantes sobre esta decisión nos parecen necesarias y decisivas para salir de nuestro profundo malestar, y mejorar una maltrecha credibilidad de algunos sectores de la Conferencia Episcopal Española.
Terminamos, amigo José Antonio. Esperamos que todo este maltrato no te rompa, puedas seguir esperando contra toda esperanza en Aquel que ha sostenido tu vida y que nos has enseñado a conocer y amar. ¡Ojalá puedas recuperar tu característica y abierta sonrisa!
Con toda nuestra amistad agradecida.

Los firmantes
Juan María Abaroa Tellaeche. Leandro Abarrategui. Ignazio Agirre Arregi. Karlos Agirre Garagarza. Juan Martin Agirre Iruin. Juan José Agirre. Patxi Aizpitarte Mendia. Manuel Segundo Aizpuru Altuna. Manuel Aizpurua Idiakez. Manuel Ajuriagojeaskoa. Ibon Alberdi Urrestarazu. Ignacio Albistur Unanue. Mario Albisua Goikoetxea. Patxi Albizu Apaolaza. Pedro Albizuri Aguirregaviria. Imanol Aldaregia Elizondo. Juan Aldasoro Zurutuza. Pedro Alkorta Maiz. Fermin Altube Irizar. Ildefonso Joaquín Alustiza Arostegui. Ignacio María Alzueta Beneite. José Amaia Díaz. Dionisio Amundarain. Xabier Andonegi Mendizabal. Francisco Javier Anduaga Anduaga. Pablo Anduaga Anduaga. Frantzisko Apaolaza Goya. José Luis Aperribay Madinabeitia. Luis R. Apestegui Cardenal. Ramón María Arabaolaza. Ramón Aramburu Otaegui. Manuel Arana Albisu. Luis Aranalde Olaondo. Miguel Aranburu Corcostegui. Pello Jose Aranburu. Iñaki Aranzadi Telleria. Felipe Araña Mendinueta. Julio Arbulu Gallastegi. Jesús Areso Barquín. Pablo Areso Barquín. Jon Aristondo Saracibar. Bernabé Arizmendi Garmendia. Antonio Armendariz Aguirre. Joxe Mari Arregi Guridi. Joxe Arregi Olaizoloa. Juan José Arregui Barandiaran. Anselmo Arrieta Muro. Jesús María Arrieta Sagasti. José Valentín Arrillaga Azkue. Germán Arrizabalaga Alberdi. Karlos Arrizabalaga Mutilo. Juantxo Arrizabalaga Zubiarrain. Dionisio Arruti Arruti. Florentino Arruti Unanue. Jesús Arsuaga Zubia. Francisco Artola Elverdin. Jesús Artola Ibarguren. Juan María Artola Kortajarena. Sekundino Artoleta Zazu. Joaquín Astiz Galarza. Bartolomé Auzmendi Galparsoro. Prudencio Auzmendi Garmendia. Balbino Ayerbe Arratibel. Juan Carlos Ayesta Vicandi. Sabin Azkue Aginagalde. Joxe Mari Azkue Irastorza. Juan Azpitarte Olea. Manuel Balentziaga Olaizola. Miguel Angel Basurko Ulazia. Xabier Basurko Ulazia. Angel Bazterretxea Elezgarai. Antonio Beitia Mendikute. José Luis Belloso Ulazia. Santos Beloki Indakoetxea. Alberto Beltrán de Heredia. Florencio Berazadi. Felix Bergara Zurutuza. Iñaki Beristain Uzkudun. Javier Berzosa Zaballos. Agustin Biain Urzelai. César Blanco Ruiz. José María Calvo Muniain. José Ciaran Gallastegui. Fernando de Villa Libarona. Juan José Duran Gastón. Miguel Eceizabarrena Amantegui. José María Echeverria Echenique. Luis María Echeverría Echenique. Benjamín Echeverría Martínez. Mikel Egaña Albizuri. Javier Egaña Egaña. Ramón Egaña Goikoetxea. José María Egizabal Arrieta. José María Eguren Iñarra. José Ignacio Eguzkitza Iruretagoiena. Fidel Eizaguirre Lizaso. Rafael Eizaguirre Lizaso. José Manuel Eizmendi Garayalde. Ismael Elizalde Azkue. Luis Elizalde Ochoa. Ramón Elkoro Gabilondo. Anton Elkoro Telleria. Angel Elorza Biain. Guillermo Elorza Loiti. Aitor Emazabel Zamora. Felix Erdocia Insausti. Daniel Eskisabel Zurutuza. Ignacio Esnal Lasa. Luis Esnal Lasa. Leonardo Esnaola Ollakindia. José María Etxebarria Lejarraga. Joseba Etxeberria Aristimuño. Jabier Etxeberria Arrese. Jose Agustin Etxeberria Erausquin. José Etxeberria Korta. Fco. Javier Etxebeste Arrizabalaga. Antton Etxebeste Goikoetxea. Jon Etxezarreta Zubizarreta. Luis Fernando García Viana. Fernando Garijo Igareta. Antonio Garmendia. Buenaventura Garmendia Garmendia. Martin Garmendia Lasa. Francisco Mª Garmendia Oyarbide. Fermín Gastaminza Ibarburu. Luis Manuel Gibelalde Berasategui. Juan José Goenaga Agote. Mikel Goenaga Telletxea. José Gogorza Izaguirre. Juan Goikoetxea Azpitarte. Manuel Goikoetxea Arteaga. Luis Antonio Gómez Guridi. Angel Mari Gonzalez de Chavarri Alcorta. Joseba M. Goñi Galarraga. José Luis Gorostidi Eguiguren. Eduardo Gorraiz Areopagita. Víctor Gorria Arocena. José Luis Guerricagoitia Barruetabeña. Ignacio Guezuraga Manterola. José Luis Guridi Arregi. Javier Hernáez Uranga. Jesus María Ibáñez Rodríguez. Juan Iguiñiz Orquin. Benito Ijurra Larraza. Ignacio María Insausti Echeverría. José Antonio Iradi Erauskin. Gregorio Irastorza. Eduardo Iribarren Etxeberria. Esteban Irurzun Balda. David Irusta Mallea. Juan Isasti Cendoya. Martin Iturbe Balda. Joan Mari Iturria Isasti. Jesus María Iturrioz Uranga. Xabier Iturrioz Urgangarin. José María Iztueta Leunda. Fernando Jiménez Baztan. Juan Cruz Juaristi Ostolaza. Edorta Kortadi Olano. Francisco Labaka Echeverría. José María Labaka Garmendia. José María Landa Mendicute. Iñaki Larrañaga Irizar. Juan Luis Larrañaga Juaristi. José María Larrañaga Larrañaga. José María Larrañaga Soraluze. José Antonio Larrañaga Urain. Joan Ignazio Larrea Arrizabalaga. Iñaki Larrea Errendosoro. Francisco Larruskain Garaitagoitia. Patxi Lasa Jauregi. Javier Leceta Villar. Jesús María Leiza Bakaikoa. Jenaro Lekuona Ruiz de Gauna. Pablo Letona Badiola. Roberto Linkel Lazkano. Jokin Lizaso Eskizabel. Iñaki López Castañares. Tomas Madinabeitia Elorza. Juan José Mancisidor Larrañaga. Unai Manterola Albizu. José Luis Martikorena. Juan C. Martínez Fernández. Juan Kruz Mendizabal Irizar. Martin Mendizabal Muxika. Jokin Mitxelena Roteta. Patxi Mugertza Ormazabal. Rufino Mugika Mendia. Jose Munduate Arruabarrena. Antonio Munduate Gabilondo. José María Muñoa Galarraga. Tomás Muro Ugalde. Manuel Murua Aguirre. Juan Luis Murua Pagola. Isidro Nazabal Apalategi. Manuel Odriozola Lesaka. Manuel Oiartzabal Aginagalde. Joan Mari Olaetxea Goikoetxea. Jesús María Olano Uzkudun. José María Ormazabal Goenaga. Javier Ormazabal Gorrotxategi. Mikel Ormazabal Loinaz. Jesús Ortiz de Urbina Basabe. José Antonio Osteriz Igoa. Karlos Ostolaza Linazasoro. Benantxio Otaegi Orbegozo. Juan Otaegui Otaegui. Pedro Oyarbide Jauregui. Carlos Pinedo Fernández. Jose Plazaola Ezkurra. José Javier Portu Gorriti. José María Reguillaga Ugartemendia. Theodulo Rodríguez Cristóbal. Joaquín Rodríguez Ros. Manuel Ruberte Llaquet. José Luis Ruiz Aquizu. Luis Antonio Sánchez Merino. Koldo Sarasola Larrarte. Juan Bautista Sarasola Zelaia. Pedro María Segurola Iraola. Luis María Segurola Larrañaga. Emeterio Sorazu Ugartemendia. Imanol Sorondo Irigoyen. Kepa Susperregi Lesaka. Martin Tapia Irazoqui. José Ramón Trebiño Aguirrebeña. Javier Txurruka González. José Uranga Iturrioz. Damaso Uranga Odriozola. Plácido Urcelay Cortabarría. Mikel Uriarte Martinicorena. Ramón Uribe-Etxebarria Badiola. Bonifazio Urkizu Arbelaitz. José Ignacio Usabiaga Martin. Pedro Vázquez Bengoechea. José Ramón Yurrita San Baudelio. Enrike Zabala Altuna. Pello Zabala Bengoetxea. Iñaki Zabaleta Galarraga. Jesús María Zabaleta Galarraga. Jon Zabalgogeaskoa Etxebarria. Bittorio Zabalgogeaskoa Etxebarria. Ramón Zaldua Arbiza. Pedro José Zapirain Santos. Juan Manuel Zarranz Zarranz. Klemente Zelaia Egia. Iñaki Zubeldia Irazusta. Jesús Zubillaga Zubillaga. Xabier Zubizarreta Arenaza. Rafael Zubizarreta Zabaleta. José María Zunzunegi Garmendia. Joxe Luis Zurutuza Arregi.

INFO CATOLICA LUIS F. PEREZ

He de reconocer que desde un punto de vista “periodístico", InfoCatólica lleva una racha bastante aceptable. Cada vez más recibimos todo tipo de información, claves, datos interesantes y material que nos ayuda a dar noticias propias. Aunque soy el director del portal, procuro ser prudente y consulto los temas “calientes” con el consejo de redacción y nuestro editor. Siempre he tenido claro que nunca jugaremos a anunciar cien exclusivas de las que luego se cumplen diez. Puede que alguna vez nos equivoquemos y metamos la pata, pero en ese caso siempre la sacaremos. Por ejemplo, es lo que ha ocurrido con la noticia de portada de hoy. No pasa nada por decir “me he equivocado". La soberbia del que presume de sus aciertos, pocos, y no reconoce sus errores, muchos, se la dejamos a otros.
Estos días atrás fuimos los primeros en anunciar la retirada de la novena edición del libro de Pagola de las librerías. Aunque más bien habría que decir de la petición de retirada por parte de la editorial PPC. No está claro que al final el libro se retire masivamente. El jaleo que se armó tras esa noticia es de todos conocidos. Pues bien, anuncio a nuestros lectores que mañana tendremos una nueva “exclusiva” sobre esta cuestión. Servirá para clarificar bastante un aspecto bien importante del “caso Pagola-Uriarte".
La primicia que damos hoy está indirectamente relacionada con dicho caso. Algunos sacerdotes de Bilbao están pidiendo a otros sacerdotes y a seglares de su diócesis que firmen lo que yo llamaría un “panfleto anti-jerárquico modelo años 70″. Y es que el texto está lleno de los típicos-tópicos de la izquierda eclesial desde tiempos del post-concilio. Tiene su gracia que aquellos que nos acusan de carcas y cavernícolas a los que somos fieles al magisterio, den una imagen tan apolillada. Sus argumentos huelen a naftalina. Pero no hay naftalina suficiente en el mundo que les libre del apolillamiento eclesial y espiritual.
En muchas ocasiones he dicho que la izquierda eclesial imita en modos y maneras los métodos y argumentos de la izquierda política y sindical. Soflamas repetidas década tras década, auto-atribución de la representación del “pueblo", críticas estereotipadas y demagógicas de “los poderosos", etc. Si para la izquierda política y sindical, el empresario y el capital son el Tío Camuñas y el Hombre del Saco, para los progre-eclesiales ese lugar lo ocupan los obispos y el magisterio. Hacen uso de un discurso simplista a más no poder. Apelan a un concilio, el Vaticano II, cuyos textos dicen exactamente lo contrario a lo que ellos sostienen.
En todo caso, la Iglesia ha de hacer de madre y maestra con ellos. Madre, en cuanto que no puede despreciarlos a pesar de su rebeldía. Maestra, en cuanto que no puede admitir que sus errores se difundan entre los fieles, sobre todo los de las nuevas generaciones. El equilibrio entre prudencia y contundencia es necesario y corresponde a nuestros pastores encontrar el punto exacto para bien de todos. A veces serán necesarias medidas drásticas. Otras, las más, bastará con el encuentro personal de “pastor con oveja”. Pero si se hacen las cosas bien, es cuestión de tiempo que el enfermo sane. Ante el grito progre de “a las barricadas", la Iglesia responde con las palabras de Cristo: Ven y sígueme.
Luis Fernando Pérez

CARTA PASTORAL DEL OBISPO DE TARAZONA

Carta pastoral que un obispo español, ha escrito advirtiendo sobre la heterodoxia del libro sobre Jesús de J. A Pagola.


El libro de Pagola hará daño

Me llegan noticias de que el libro de J.A. Pagola (Jesús. Aproximación histórica,
PPC, Madrid 2007, 544 pp
) se está vendiendo como rosquillas. Incluso en una de mis visitas pastorales de hace pocos días, quisieron regalármelo como el mejor de los presentes. Así se lo habían sugerido en la “librería religiosa” de turno. En nuestra hoja diocesana, común para todo Aragón (16.12.2007, p. 7), venía publicitado y recomendado como libro de formación. En muchas comunidades religiosas, es el regalo obligado de Navidad para una hermana o para la madre superiora, que lo pondrán disposición de todas, como el libro de moda. No han faltado diócesis, incluso, en donde se ha hecho una presentación cuasioficial de la obra, sembrando confusión en tantos fieles católicos. Algunos curas de mi diócesis me han preguntado perplejos por esta obra.

Si de un libro bueno se tratara, la difusión me alegraría, porque se trata de dar a
Conocer a Jesús. Pero leyendo detenidamente su contenido, me produce profunda preocupación que este libro se difunda tanto, y precisamente en torno a la Navidad. El “Jesús” de Pagola no es el Jesús de la fe de la Iglesia. Este libro, que se lee con gusto por el buen estilo literario de su autor, sembrará confusión, también en mi diócesis, pequeña y humilde, que vive influenciada como todas por los fenómenos de masas, tantas veces provocados con gran aparato mediático. Muchos de sus lectores no tendrán elementos de juicio, y confían que sus pastores les alerten de los peligros que pueden acechar su fe en Jesucristo, el Jesús que anuncia la Iglesia y que es el único salvador de todos los hombres.

Movido por esta inquietud pastoral, escribo estas notas que no pretenden ser exhaustivas y animo a otros, pastores y teólogos, a que examinen con
atención este libro que tanta difusión está teniendo, y que tanto daño puede hacer a nuestros fieles, sobre todo a los más sencillos.

Es un libro que presenta a un Jesús vaciado y rellenado, según la técnica de la
desmitologización promovida por R. Bultmann, y que otros autores han seguido en las últimas décadas: E. Schillebeecx, J. Sobrino, etc. cada uno a su manera. Se trata de aplicar acríticamente el método histórico-crítico (en sí mismo válido, pero que tiene sus límites) e ir seleccionando aquello que cuadra con el a priori que uno se ha formado. Por este camino podemos presentarnos un Jesús a nuestra medida y a nuestro gusto, según la moda del momento, y hacerlo además con argumentos de crítica histórica. Pero ese Jesús debe someterse críticamente a la fe de la Iglesia. Dicho de manera sencilla, se presenta un Jesús en el que se seleccionan rasgos, se amplían otros, se suprimen bastantes, sin ninguna referencia a la fe de la Iglesia, que de manera viva nos ha
transmitido a lo largo de los siglos el Jesucristo auténtico, el único que puede salvar.

Hay un silencio total sobre la reflexión que a lo largo de la historia ha realizado la
Iglesia, particularmente en los siete concilios ecuménicos de la Iglesia indivisa a lo
largo del primer milenio. Es como si la Iglesia hubiera adulterado el mensaje y
tuviéramos que acudir a las fuentes más puras para reencontrar al Jesús perdido, y todo ello so pretexto de historicidad. Esto me suena al prejuicio de A. Harnack, historiador protestante liberal, maestro de R. Bultmann. Por el contrario, la monumental obra del católico A.Grillmeier, honrado con la dignidad cardenalicia en sus últimos años por Juan Pablo II, ha demostrado minuciosamente que la fe de los primeros concilios (sobre todo, Nicea, Ëfeso y Calcedonia) ha sido una obra impresionante de deshelenización de la fe.

Es decir, cuando la fe sobre Jesucristo ha corrido peligro de ser asfixiada por el
helenismo que era la ideología de la época, la Iglesia en Nicea, Éfeso y Calcedonia ha devuelto esa pureza de la fe, proclamando las definiciones que rezamos en el credo. Las definiciones de los concilios, por tanto, no son encorsetamiento de la pureza evangélica en fórmulas dogmáticas que nos distancian del auténtico Jesús histórico, sino que, gracias a tales concilios, ha llegado hasta nosotros la pureza de la doctrina predicada por Jesús, ha llegado hasta nosotros la imagen auténtica de Jesús de Nazaret. La Iglesia de todos los tiempos, también la Iglesia de nuestros días tiene esta preciosa y grave responsabilidad: la de rescatar a Jesús de las ideologías de moda y presentar el auténtico Jesús, el Hijo eterno de Dios hecho hombre, el Cordero de Dios que ha derramado su sangre por nosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados, el Jesús de Nazaret que nos presentan los evangelios y los demás escritos del Nuevo Testamento, el que la Iglesia ha presentado a lo largo de los siglos como el único salvador de todos los hombres. Jesús es Dios, sabe que es Dios y habla continuamente de ello. J.A. Pagola elude este aspecto fundamental del perfil de Jesús. A lo sumo, admite que el título “Hijo de Dios” se lo dieron los cristianos tardíos de la primera comunidad. Jesús sería el profeta de la compasión de Dios. La tentación arriana, que ha recorrido la historia del cristianismo reduciendo a Jesucristo a un hombre excepcional, pero que no es Dios consubstancial al Padre, asoma en el conjunto de la obra., pero si Jesús no es Dios como su Padre, no podrá divinizarnos, y la salvación que nos aporta queda diluida simplemente en un buen ejemplo.

Jesús ha tenido conciencia de su muerte redentora. Es decir, ha vivido y ha
caminado con plena libertad hacia el momento supremo de entregar su vida en rescate por todos los hombres. La muerte no es un accidente en la historia de Jesús, la muerte para Jesús es el momento supremo de la glorificación por parte del Padre, porque él entrega su vida para el perdón de los pecados. Para J.A. Pagola, Jesús es un terapeuta que acoge al hombre pecador. No hay perdón-absolución, sino perdón-acogida, y es que el autor ha vaciado de contenido el sentido del pecado, como ofensa a Dios, que Jesús restaura con la ofrenda sacrificial de su vida. Remito a estudios más detallados, que han comenzado a aparecer tras la publicación de este libro de J.A. Pagola. En esta web de la diócesis de Tarazona aparecen algunas recensiones del libro (J. Rico, J.A. Sayés, J.M. Iraburu, L. Argüello).

Nos encontramos ante una presentación de Jesús, que hará daño, sobre todo a quienes no tienen elementos de juicio para leerla críticamente. Es función de los pastores llamar la atención sobre esta presentación de Jesús, que no se atiene a la fe de la Iglesia. Que la luz del Verbo encarnado disipe todo tipo de tinieblas, sobre todo las que pueden cernirse sobre la figura de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre.

+ Demetrio Fernández, obispo de Tarazona*
Navidad 2007


* Mons. Demetrio Fernández es doctor en teología dogmática, y ha sido profesor de Cristología en el Intituto Teológico “San Ildefonso” de Toledo durante 27 años, antes de ser promovido al episcopado.

SOBRE PAGOLA Y SU LIBRO

Se ha escrito mucho sobre Pagola y su libro. Pienso que la mayoría de los que hemos leído el libro estamos asombrados al leer y escuchar que es un libro que peca de "arrianismo" y como que niega la divinidad de Jesús. A mí, personalmente, me ha hecho mucho bien y animo a que lo leáis.Yo me pregunto si los detractores del libro no están negando la naturaleza humana de Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Si así fuera,que es lo que parece, alguien les tendría que decir algo...pienso yo.
Pero, por si alguno no tiene datos,publicamos lo escrito por algunas personalidades que se han pronunciado al respecto.